Aquellos tiempos del futuro
Capítulo 15
Lluvia
La lluvia azotaba intensamente el
ventanuco de encima del catre de Asha en el Destemplado. Era una lluvia
transparente y dulce, que caía acompasadamente sobre el cristal. La lluvia
siempre había sido lo que más atraía a Asha de Santiago, el olor a lluvia
recién caída sobre el césped del parque de Bonaval, dónde la calma de las
tumbas se mezclaba de forma extraña con los bellos camelios en flor.
Se sentía la persona más feliz
del mundo, escuchando la lluvia con ella a su lado. Se giró y miró el dulce
rostro de Áine, que dormía placenteramente a su lado. Dos chicas normales, que
habían quedado a cenar normalmente y habían acabado en la cama. Todo tan normal...
De repente un pensamiento pasó
por su cabeza, casi un susurro de su subconsciente. Volvió a mirar hacia el
ventanuco, donde una lluvia marrón espesa parecía querer romper el cristal para
atacarla. Entonces comenzó a recordar. La contaminación del planeta por parte
de las corporaciones había transformado la prístina lluvia en un líquido ácido
bajo el que no se podía estar. La antaño hermosa ciudad de Santiago, con su eterna
lluvia transparente y pura, que limpiaba las pequeñas calles empedradas, era ahora
una enorme urbe, plagada de rascacielos que se ensuciaban cada vez que llovía. Afortunadamente,
ya casi nunca llovía en Santiago. Para colmo de males, recordó que había sido
aquella misma lluvia la que había destrozado el parque de Bonaval, puesto que
ninguna planta había sobrevivido a ella.
Pero todo le daba igual, ella
seguía a su lado. Se giró, y un grito ahogado quiso salir de su garganta, pero no
salió. Se había quedado muda, era incapaz de pedir auxilio. La cara
ensangrentada de Áine, con unos ojos inexpresivos, muertos, la miraba con
expresión aterrorizada. Trato de chillar una vez más, pero no fue capaz.
Y entonces despertó. Se encontraba
en un hospital, aunque no recordaba porqué. La lluvia marrón arreciaba sobre la
ventana de la habitación, que estaba vacía. Estaba intubada, lo que explicaba la
mudez de su sueño. Poco a poco fue recordando los túneles, a los dos hombres
que la perseguían y su herida en el costado. El pánico más absoluto la recorrió
al pensar que hubiesen encontrado el chip de su paladar, pero se tranquilizó al
ver el reflejo de Laura en una de las bombillas del techo.
Oyó la voz de su prometido que se
acercaba rápidamente, y sin saber muy bien porqué, cerró los ojos para hacerse
la dormida y escuchó con atención.
- ...dar con él. Es inaceptable que no esté muerto junto con toda su familia. Mandad a quién sea tras él, a los mejores de que dispongamos.
La puerta de la habitación se
abrió lentamente, y él se sentó al lado de su cama.
- No puede ser que el hijo del viejo chalado arruine nuestros planes. El virus está siendo descargado en miles de prótesis, y cómo Andrés Tártaro dé a conocer su existencia al gran público arruinará toda la operación. Matadle, activad las prótesis de todos sus conocidos: novia, novio, vecinos, amigos del colegio. Lo quiero muerto hoy.
Su voz sonaba fría, calculada.
Con Laura jamás usaba ese tono, pero no era la primera vez que le oía al
teléfono dando órdenes semejantes. Tras una leve pausa, continuó los reproches.
- ¿Y los peregrinos? ¿La purga ha salido bien?
El corazón de Asha dio un vuelco,
no sabía de lo que hablaba, pero lo de purga sonaba muy mal.
- ¿Cómo que casi todos los de Ezequiel muertos? ¿Cómo es posible? Era una operación sencilla, matar a todos los peregrinos que se hubieran opuesto a nosotros y hacerse con el control de la organización. Rápido y simple.
Enervado por las noticias que recibía,
se inclinó hacia Asha, acodándose sobre la cama, lo que le permitió a ella oír
algún fragmento de lo que se decía al otro lado del teléfono.
- ...peregrina altamente entrenada. Encontró a los suyos muertos y persiguió y mató a todos los nuestros que estaban en la base peregrina.
- ¿Me estás diciendo que una sola peregrina los mató a todos? No es posible, tuvo que ser un grupo. Encontrad a quienes lo hicieron y acabad con ellos.
Dicho esto, su prometido cortó la
comunicación y tiró el teléfono contra la pared. Nunca antes le había visto
así, por lo que decidió no "despertar" por el momento. Se moría de ganas
por saber qué había pasado, pero sabía que Áine estaba bien, sólo podía haber
sido ella la asesina de la que hablaba la voz al otro lado del teléfono. Quería
ayudarla desesperadamente, y sabía que se encontraba en una posición
inmejorable para hacerlo. La parte de Tártaro, por contra, se le escapaba un
poco, sabía que era un genio loco que trabajaba para las corporaciones, y
comenzó a sospechar que tal vez tuviera relación con la tarjeta de datos que le
había dado a Áine, aunque no lo sabía a ciencia cierta. Aquello también merecía
su atención, pero ahora mismo lo mejor que podía hacer era quedarse donde
estaba.
Desde que el hombre es hombre, la información siempre había sido el
arma más mortífera.
Capítulo 1 - El Inspector - David Taboada
Capítulo 2 - El Peregrino de Santiago - Emilio Armada
Capítulo 3 - Asha - María Taboada
Capítulo 4 - El Enmascarado - Jóse Luis Modroño
Capítulo 5 - El Inspector - David Taboada
Capítulo 6 - Áine - Emilio Armada
Capítulo 7 - La tarjeta del peregrino - María Taboada
Capítulo 8 - Andrés Tártaro - José Luis Modroño
Capítulo 9- El Inspector - David Taboada
Capítulo 10 - Áine, la Peregrina de Santiago - Emilio Armada
Capítulo 11 - Consecuencias - María Taboada
Capítulo 12 - El Ojo Blanco - José Luis Modroño
Capítulo 13 - El portugués - David Taboada
Capítulo 15 - Lluvia - María Taboada
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