Aquellos tiempos del futuro
Capítulo 11
Consecuencias
La herida del costado no la
dejaba moverse bien. Notaba la sangre resbalar por su piel, de forma lenta,
pero constante. No era una lesión de gran consideración, pero si en una hora no
conseguía librarse de quiénes la perseguían y recibir atención médica, lo
tendría muy difícil para volver a ver el amanecer.
El amanecer...el sol del amanecer
la hizo pensar en la dorada piel de Áine. Hacía menos de cuatro horas que la
había visto, que había besado sus tiernos labios, tal vez por última vez. Más
allá de un leve coqueteo, nunca se había atrevido a reconocer, tal vez ni a sí
misma, que los sentimientos que sentía por ella no eran fingidos, como lo eran
con el resto de hombres y mujeres con los que se había acostado a lo largo de
los años para conseguir sus propósitos. Los sentimientos no eran algo
productivo en su línea de trabajo, distraían y hacían que hasta los mejores
fueran vulnerables. Sin embargo, la pérdida de sangre durante la última hora la
había hecho reblandecerse y comenzar a pensar de forma sentimental.
- Clink
Un ruido metálico detrás de ella
la sacó de sus pensamientos. Reconoció el sonido de inmediato, al fin y al cabo
llevaba dos horas soportando los golpes de ese mismo bastón. El hombre alto
estaba haciéndolo chocar contra toda cañería al lado de la que pasaba. Quería
hacer saber a Asha que estaba allí. Hacerle pensar que no había escapado
realmente, que él la había liberado por puro placer, sólo por el morbo de darle
caza nuevamente.
- Clink
Esta vez el sonido sonó mucho más
cerca. Asha se dio cuenta de que había perdido el conocimiento durante unos
instantes. Por primera vez en mucho tiempo, desde que escapara de las bandas
siendo poco más que una niña, se sintió asustada y desvalida. Sus pensamientos
volvieron a Áine por un instante, si ella no hubiera venido a verla hoy, nada
de esto habría pasado. Pero, por supuesto, no era culpa de ella, no podía
culparla por nada. Se acordó de su inspector, por supuesto, él no sabía quién
era ella. Ni siquiera la había visto con su verdadera cara. Sin embargo, estar
cerca de Varela la hacía sentir segura, algo que le vendría muy bien ahora
mismo.
- Clink
- Clink
El hombre alto se acercaba. Y
ella no daba corrido más rápido. No reconocía los túneles en los que estaba,
parecían pertenecer a algún tipo de transporte subterráneo largamente olvidado.
- Clink
De repente vio una pequeña luz al
final del túnel, cuál aparición divina. Corrió con todas sus fuerzas hasta la
luz, sólo para descubrir que se trataba de una rejilla en el techo, a más de cuatro
metros de altura.
- Clink, clink, clink
La habían atrapado poco después
de que Áine se fuera. Entraron por la ventana de su habitación, destrozándolo
todo a su paso. Le habían puesto una capucha en la cabeza y se la habían
llevado en un aerodeslizador a quién sabe dónde. Durante lo que pareció una eternidad,
la golpearon sin cesar, tratando de hacerla hablar sobre la tarjeta, su
contenido y dónde la había escondido.
- Clink
En un descuido de sus captores,
Asha había logrado alcanzar la hoja láser escondida en un pliegue de su
pantalón, romper las cuerdas que la ataban y huir. Aunque ahora le parecía que
todo aquello fuera un sueño. Los túneles se le antojaban interminables, pero no
podía ser el caso, tenía que haber salidas en algún lado. De repente una idea
vino a su cabeza. ¿Y si las puertas estaban camufladas en la pared y con la
oscuridad reinante no las había apreciado? Se paró en seco y comenzó a palpar
ansiosamente las paredes del túnel.
- Clink, clink
Oía los golpes cada vez más cerca,
si esta idea se probaba infructuosa estaría en un grave problema. Cinco minutos
más tarde lo encontró. Primero un desnivel imperceptible, y luego un pomo escavado
en la tierra. Tiró fuertemente hacia sí, pero la puerta no cedió.
- Clink
La puerta estaba allí, y era su
única esperanza. Volvió a intentarlo con fuerza, hasta que finalmente la puerta
cedió con un quejido sordo.
- ¡Mierda!, ¡ha encontrado las
puertas!
La voz sonó peligrosamente cerca,
pero ya no importaba. Unas escaleras aparecieron tras la puerta. Entró y cerró la
puerta tras de sí, encontrar la puerta retrasaría a los dos hombres. Se
precipitó escaleras arriba, hasta una puerta de madera, labrada con profusión y
con un gran pomo de hierro con una concha de vieira. Aquella puerta le
sonaba...
Empujó la puerta con cuidado, para
volver a cerrarla de inmediato. Metió la mano en otro pliegue de su pantalón,
sacó un minúsculo chip y se lo puso con premura. Cinco minutos más tarde, Laura
explicaba a su querido prometido, cómo había sido atacada por un desalmado
mientras corría alrededor del Hostal de los Reyes Católicos.
Cuando la sacaban en volandas del
Hostal, miró la robusta puerta de madera del vestíbulo, y se preguntó si los
dos hombres seguirían en los túneles y, lo que es más importante, quién los
había mandado, y tras este pensamiento finalmente se desmayó.
Continuará...
Capítulo 1 - El Inspector - David Taboada
Capítulo 2 - El Peregrino de Santiago - Emilio Armada
Capítulo 3 - Asha - María Taboada
Capítulo 4 - El Enmascarado - Jóse Luis Modroño.
Capítulo 5 - El Inspector - David Taboada
Capítulo 6 - Áine - Emilio Armada
Capítulo 7 - La tarjeta del peregrino - María Taboada
Capítulo 8 - Andrés Tártaro - José Luis Modroño.
Capítulo 9- El Inspector - David Taboada
Capítulo 11 - Consecuencias - María Taboada
Capítulo 12 - El Ojo Blanco - José Luis Modroño.
Capítulo 13 - El portugués - David Taboada
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